Spain FF Spain D6: "Rebel Outbreak": partida de rol online

Fulcrum asiente:

"<Quizás dar la mínima información posible sea la mejor idea, sí. Aún así, deberíais tener una tapadera acordada: nunca se sabe cuándo os va a hacer falta. De hecho deberíais hacer eso cada vez que lleváis a cabo una acción de insurgencia.>"

 

Asiento.
"Entiendo. Tal vez lo mejor sea insinuar que nos pagan por transportarlo sin hacer preguntas, realmente."
Miro al holograma de forma más directa.
"¿Hay prisa por hacer el encargo? Podríamos salir ya."

 

Fulcrum asiente:

"<Cuando antes salgáis mucho mejor.>"

Se detiene un segundo y añade:

"<Tengo a algunos de mis contactos trabajando en el tema de Enigma. Todavía no me han dicho nada pero espero que en las próximas semanas puedan darme datos más concretos. Mientras tanto, tened cuidado con las pistas que vais dejando.>"

"<Volvemos a hablar cuando terminéis este envío. Muchas gracias, y que la Fuerza os acompañe.>"

 

Abro un poco los ojos ante la información sobre Enigma.
"Muchas gracias por todo. E igualmente…"
Asiento para dar por terminada la conversación.

 

La imagen holográfica de Fulcrum desaparece y, tras un par de segundos de silencio, Meggan dice:

"Uhm, no sabía que nuestro contacto fuese tan... siniestro..."

 

Me giro hacia ella.
"Bueno… supongo que todos daríamos esa impresión bajo una capucha y con la voz distorsionada. Pero en este tiempo ha dado muestras de preocuparse por nuestra seguridad y de que seamos nosotros quienes decidamos si involucrarnos en algo o no…" Gesticulo con la mano. "Es… la forma en que dice las cosas, no sé."

Me rasco la sien, antes de mirar el campamento.
"Supongo que con dejar las cosas más o menos como estaban aguantará esto aquí… No habéis roto las cerraduras de las casetas para abrirlas, ¿no?"

 

Meggan se cruza de brazos:

"Me ofende que tengas que preguntar eso."

Mientras tanto, Hikari recuerda la última vez que estuvo en Ord Mantell, un par de años atrás, quizás tres. No fue en Worlport, sino en la bastante más limpia capital, Ciudad Ord Mantell. Aún trabajaba como seguridad para las Damas Blancas y acompañó a la joven Kyoko, que había sido contratada para asistir a una reunión diplomática con el gobernador imperial del planeta. Es bastante dudoso que nadie le reconozca, pero no es eso lo que le preocupa: por primera vez en mucho tiempo se ha acordado de Maeko, de quien se convirtió en su amante durante casi un años y cuya muerte le empujó junto a esta tripulación.

 

"¡Lo decía por Hikari!" Le señalo mientras hablo, aprovechando que parece distraído.

"Hikari, ¿estás bien?"

 

La pregunta de Jad resuena en el aire mientras hacemos un...

FUNDIDO A LO QUENTIN TARANTINO

Cae la tarde sobre la Casa Cantham, una céntrica y lujosa residencia privada en el Sector Imperial de Coruscant, la capital del Imperio Galáctico.



El perezoso tráfico de la tarde discurre tras el amplio ventanal de un salón en el que seis miembros del Senado Imperial llevan varias horas trabajando en una proposición de ley que el día siguiente van a presentar ante el cuerpo legislativo del Imperio Galáctico.

El senador Nower Jebel, representante de un importante mundo agrícola llamado Uyter, suelta un largo suspiro y vuelve a darle un vistazo a la introducción de la propuesta. Jebel es consciente de que los dos últimos senadores de su planeta han tenido muy mal final (una asesinada durante las Guerras Clon y otro arrestado por conspiración tras el alzamiento del Imperio) y ha ganado cierta fama de cauto. A veces de demasiado cauto.

“Espero que todas estas horas de trabajo hayan servido para algo. Lo peor que podría pasar es que llamáramos la atención de Pestage, Trigenillus y el resto de sabuesos del Emperador, y que no consiguiéramos nada a cambio...”

La joven senadora Olivia Keane asiente y toma la bebida energética que el droide de protocolo le ofrece. De piel suavemente tostada y pelo trenzado en un hipnótico patrón en espiral, la senadora ha sido la representante de su pequeño sector desde hace apenas seis meses, pero se ha ganado una muy respetable fama de batalladora.

“No creo que sean capaces de echarla atrás. ¿Quién se va a oponer a una ley de transparencia financiera como esta? ¿Con qué argumentos? El Emperador prometió eliminar la corrupción de la República. No puede tirar algo así sin que se destape por completo su agenda.”

El más anciano de los senadores presentes, Kaius Phermi, senador del planeta Coruk, se limita a negar lentamente con la cabeza y a mirar a Keane.

“A pesar de todas las sesiones que llevas ya a tus espaldas sigues siendo una idealista, Olivia. Al Emperador la da absolutamente igual la imagen que proyecte. Ya no tiene ninguna necesidad de mantener las apariencias. ¿Crees tan siquiera que atenderá a la sesión de mañana? No: la presidirá el Gran Visir.”

Un murmullo de asentimiento llega desde el ventanal, donde el dueño de la Casa Cantham y anfitrión de esta reunión mira sin pestañear al Palacio Imperial. Todos conocen de sobra la reputación de su anfitrión: el senador Bail Organa de Alderaan, una de las cabezas visibles de la República durante los turbulentos años de las Guerras Clon y uno de los estadistas más respetables del Senado Galáctico.

Bail vuelve al grupo y se sienta en uno de sus sillones, diciéndoles:

“El senador Phermi tiene razón, como de costumbre. No deposite todas sus esperanzas en esta ley, senadora. Lo importante es que no dejemos de resistir, que no dejemos que el Emperador campe a sus anchas sin elevar nuestra voz en contra. Creemos en el corazón de la República, que aún late dentro del Imperio, y creemos que el sistema es un sistema que nos ha servido y protegido durante generaciones. El proceso político es fundamental, y es nuestro deber protegerlo. Las ruedas de la ley deben seguir girando.”

Olivia asiente derrotada. Los demás senadores asienten y murmuran su aprobación, pero hay alguien que cree haber entendido algo distinto en la voz de Organa. El apuesto Haldar Dy'rak, representante y segundo en la plataforma senatorial de Coruk tras el senador Phermi, está sentado frente a los senadores repasando sus notas junto a otro representante, el rodiano Cofeefo, procedente del mismo sector que la senadora Keane. Dy'rak no sabe si el senador Organa realmente se cree lo que acaba de decir, pero si no fuera así, ¿qué razón podría tener para no ser sincero con sus compañeros?

Jebel deja el datapad sobre la mesa y se levanta del sillón, sobresaltando al droide de protocolo del senador Organa, que se dirigía a ofrecerle una bebida y se limita a detenerse y mirar a los lados algo confundido.

“Creo que esto está ya terminado. Senador Phermi, ¿sigue estando dispuesto a presentar la propuesta ante el senado?”

Phermi mira a Haldar y dice con una sonrisa:

“Coruk comenzó esta batalla y Coruk la verá terminar. ¿Qué opina, representante Dy'rak? ¿Está usted preparado para mañana? No va a ser un día fácil.”

 

"Totalmente. No será sencillo, pero debemos cumplir con nuestro deber." Haldar asiente con decisión en su voz, pero en sus mirada se reflejan sus pensamientos: ¿qué piensa realmente el senador Organa? ¿podrá aprobarse la proposición de ley? Y lo más importante: aunque sea aprobada ¿servirá para algo? Mientras reflexiona sobre estos asuntos, Haldar no puede evitar mirar al infinito.

 

Organa sonríe y dice:

"Entonces creo que es mejor que demos la sesión por terminada y vayamos a dormir. Mañana será un día largo. Les llamaré un aerotaxi."

Jebel comienza a recoger sus cosas y dice:

"En mi caso no será necesario. He venido con mi deslizador personal."

El senador Organa asiente de nuevo:

"Dos aerotaxis, entonces."

Y mira a Haldar y Kaius diciendo con una sonrisa:

"Intenten descansar bien. No se pasen toda la noche repasando el texto como la última vez."

 

"Lo intentaremos..." Digo mirando de reojo a Kaius y esbozando media sonrisa.

 

Quince minutos después...

Las puertas del piso que aloja a la delegación senatorial de Coruk se cierran tras los dos representantes. El senador Phermi se dirige al pequeño autochef que hay en el vestíbulo mientras le dice a Haldar:

"Voy a hacer algo de té. Mientras tanto, dime qué piensas. Vi tu expresión mientras salíamos de la Casa Cantham."

 

Suspiro y empiezo a hablar: "La verdad es que me estaba preguntando si el senador Organa quería decir algo más con sus palabras antes... Quizá es algo que me estoy imaginando debido a mis propias dudas respecto al sistema, puede ser."

Tomo aire y hablo con más decisión.

"Estoy dispuesto a llevar este proyecto hasta sus últimas consecuencias con todas mis fuerzas, pero sinceramente, empiezo a dudar de que todo este trabajo vaya a servir para algo. En absoluto dudo de que esto sea lo mejor que lo podemos hacer en la cámara del Senado, pero aún así noto que es insuficiente. Además ¿cómo podemos creer en un sistema que se resiste a ser mejorado? Es completamente absurdo."

Tomo aire y miro al suelo "Si ni siquiera dando el máximo de nosotros mismos somos capaces de cambiar las cosas... ¿entonces para qué estamos aquí?"

Habiendo dicho todo esto, me siento relativamente mejor.

 

"Vaya, te has guardado eso dentro durante mucho tiempo, ¿eh?"

Kaius Phermi vuelve junto a ti con dos humeantes tazas del rojizo té procedente de vuestro planeta. El aroma te causa una instantánea punzada de nostalgia, pero no logra distraerte de tus preocupaciones. Kaius toma un lento sorbo de su taza y saborea el té cerrando los ojos y sonriendo levemente. Tras esto, te mira fijamente y dice:

"Organa es todo un maestro a la hora de proyectar esa imagen de ser un opositor dentro del sistema, de ser un fiel creyente en el Nuevo Orden que simplemente mantiene discrepancias filosóficas sobre la manera de gobernarlo, de ser la oposición responsable. Asumo que es algo que ha desarrollado como herramienta de supervivencia, y siempre he pensado que en privado opina igual que tú. La senadora Mon Mothma es bastante menos diplomática, ¿verdad? Es difícil no darse cuenta de la ira que empapa su voz cada vez que sube a su plataforma..."

Escuchas atentamente las palabras de tu mentor aunque te das cuenta de que ha vertido tres gotitas de té sobre sobre el hombro de su camisa e intentas evitar que te distraigan.

"Tenemos que ser conscientes de las limitaciones del sistema en el que trabajamos, Haldar. Incluso si piensas que el Senado se ha convertido en... en un teatro de títeres... en estos momentos es la mejor arena que poseemos para que nuestra voz sea oída. Sabes que mi idea es que en unos años tú pases a ocupar mi posición en el senado. No es mi lugar decirte si has de ser un Organa o una Mothma, pero no querría que desperdiciases una oportunidad de ayudar a la gente de nuestro mundo."

Mientras escuchas a Phermi, vuelves a distraerte de nuevo por la mancha de té. Porque la mancha de té se ha movido. Y se sigue moviendo hacia el pecho del senador.

No es una mancha. Es el marcador láser de un rifle.

 

"!!"

El cansancio y la preocupación no evitan que mi cuerpo reaccione automáticamente, realizando la maniobra de protección estándar. Derribo al senador Phermi cargando contra su centro de gravedad para que, al derribarlo, la posición del marcador se desplace diagonalmente hacia su hombro y fuera de su cuerpo (evitando especialmente la cabeza). Por otra parte, intento que nuestra caída tenga lugar detrás de algún mueble, fuera del campo visual de cualquier ventana.

 

Tu salto sorprende al senador que deja caer la taza de te al suelo mientras entreabre la boca. Ambos caéis tras el sofá del recibidor justo a la vez que el amplio ventanal explota en un centenar de cristales y un disparo blaster se estrella en el cuadro en la pared opuesta, que cae al suelo enfrente de vosotros y se raja en dos.

Quiere la casualidad que el duracristal del cuadro refleje el exterior al otro lado de la ventana, donde ves recortada contra el constante brillo de la iluminación artificial de Coruscant una silueta humanoide flotante, quizás con algún tipo de jetpack, que se echa un rifle a la espalda y encoge su cuerpo como si se preparase para escapar.

 

Ruedo por el suelo hasta ponerme en posición de disparo y apunto al jetpack del atacante.

 

El disparo de la pistola blaster impacta a la sorprendida figura, que suelta un gemido y cae de lo que ahora ves perfectamente es una plataforma repulsora individual (un aeropatín, vamos). El asaltante desaparece de tu ángulo de visión, pero pronto oyes un golpe seco. Si se ha estrellado contra algo, o si ha logrado caer bien, ha tenido que ser como mucho un piso por debajo de tu posición.

 

Me acerco a la ventana con cuidado y recojo un pedazo de vidrio roto de la ventana que sea suficientemente grande. La idea es usarlo como espejo para no tener que asomar la cabeza al mirar para abajo.

 

A tu espalda el senador se incorpora levemente, aún algo confundido pero con el color volviendo a sus mejillas:

"¿Qué ha sido eso? ¿Un disparo?"

Con el cristal ves que en efecto el asaltante ha caído en la bastante amplia cornisa tres metros bajo vuestro ventanal, una cornisa que conecta directamente con las pasarelas de peatones del distrito senatorial. Con la luz de los neones que muestran los mensajes gubernamentales, por fin puedes ver al asaltante: es un alienígena, que se está incorporando dolorido.

 

Le hago un signo a Kaius con el brazo para que se mantenga oculto tras el sofá y apunto con el blaster al atacante.

"¡No te muevas o disparo! ¡Las manos donde pueda verlas!" Mantengo el dedo sobre el gatillo, para disparar a la mínima reacción.

Justo después aviso con mi comlink a seguridad de nuestra delegación, donde les resumo lo sucedido y la posición exacta del atacante.

 

¡De repente dos disparos chocan contra el marco de la ventana!

Varios metros más adelante, dos enmascarados abren fuego contra ti para cubrir la retirada del asaltante. Parece que tiene amigos...

(Si vas a responder fuego, tiraremos iniciativa)

 

Devuelvo el fuego contra la nueva amenaza. Mi idea es retrasarles lo suficiente para que lleguen los agentes de seguridad.

 

Uno de los enmascarados abre fuego de nuevo mientras el asaltante corre echando vistazos furtivos a sus espaldas. (El disparo es meramente fuego de cobertura: si te "da" el siguiente round tendrás un -1D a disparos al asaltante) El disparo pasa a tu lado y se pierde en la distancia.

El asaltante pasa de largo de sus dos aliados y se dirige a lo que parece ser un speeder aparcado flotando junto a la cornisa.

El segundo enmascarado lanza a sus pies una pequeña granada que causa que un penacho de humo estalle y cubra la cornisa, haciendo que te resulte difícil ver dónde están tus blancos. Sean quien sean, parecen estar bien equipados.

Los disparos y la súbita explosión de humo no pasan desapercibidas, y una de las barcazas policiales que patrullan el área comienza a dirigirse a vuestra posición.