Spain FF Spain D6: SPACE RIDERS III: LANCER SQUADRON

Tara dice:

"Supongo que sus naves eran esos dos Diezmadores que había en el hangar. Los computadores de navegación suelen estar biohexaencriptados, así que yo no pondría muchas esperanzas en ello."

 

La cafetería de la Reunión está bastante llena. Aunque las bebidas alcohólicas no están permitidas oficialmente, veis un par de cajas de splotchka sobre la mesa: el capitán de la fragata siempre ha tenido la fama de ser aficionado a las celebraciones.

Y este misterioso capitán, un callado hombre de pelo largo y lacio de unos cincuenta años, se encuentra junto a su segundo al cargo, un cereano joven y fornido llamado Ti-Kao. El capitán parece estar terminando su discurso.

"...en cuanto el hiperimpulsor esté reparado, saldremos hacia Chandrila con el resto de la flota. La estimación actual es de una hora. Hasta entonces, por favor disfrutad de la celebración, oh, y pensad en el tercer turno que ahora está cubriendo vuestras posiciones. Que los Lejanos los tengan en su memoria."

Hay varias risas y aplausos. El capitán deja el micrófono sobre la mesa. Parece ser que no es el primero en decir un par de palabras. Beka se gira hacia vosotros y os hace una indicación con la cabeza, invitándoos a decir un par de palabras.

 

Denith se acerca y se queda mirando a los asistentes un momento, mientras gruñe, coge el micrófono, escuchándose en toda la sala el carcterístico gruñido. Tras rascarse la barbilla, pensativo, se encoge de hombros y alza la voz:

"La Galaxia es más segura hoy gracias a nuestro esfuerzo y sacrificio!
Hoy se ha conseguido dar un paso hacia el futuro...Por desgracia, la adversidad siempre está a la vuelta de la esquina. Pero para eso estamos nosotros aquí! Para enfrentarnos a ella tal y como hoy!
Pero recordad, NUNCA SE DEBE BAJAR LA GUARDIA...
...
Excepto hoy, que hacemos una EXCEPCIÓN.
¡Hoy celebramos y mañana... bueno, ya lo pensaremos en cuanto se nos pase la cogorza!!"

Denith claramente quería decir otro discurso, más asentado, más oscuro y realista... pero, ¿Quién quiere escuchar eso ahora? ¿De qué serviría?
Mucho se ha perdido y mucho se perderá, pero hoy se descansa y celebra.

 

Hay vítores y aplausos. Kiwi se posa en la cabeza de Uvecero y suelta un sonido similar a un instrumento de viento con vibrato elevado.

 

Cuando me llega el micrófono lo miro con una sonrisa algo distraída, mientras ordeno los pensamientos que me llevan rondando todo el día por la cabeza.
"Yo quería, principalmente, daros las gracias…"
Miro a todos más directamente.
"Quienes me conocéis sabéis que para mí esta lucha empezó hace más de veinticinco años, cuando el Imperio aún no se llamaba así pero poco le faltaba… Y que en aquel entonces, queriendo cambiar las cosas y contrarrestar el autoritarismo creciente acabé involucrado en un bando que no acabó siendo nada mejor, y participando en el conflicto que propició la transición total hacia justo lo que quería evitar.
Algunos sabéis la mezcla de emociones que tuve cuando surgió de nuevo otra resistencia, entre la esperanza de que esta vez sí se consiguiera, y el miedo a que sólo diera lugar a más atrocidades y un camino aún más oscuro.
Varios aún os reís de la cara que puse cuando se anunció la Alianza para Restaurar la República, en el momento de confusión cuando pensé que se quería volver a la situación inmediatamente anterior al Imperio, con la semilla de uno nuevo ya incluida en el gobierno."
Hago una pausa.
"Pero parece que no está siendo así. Parece que esta Nueva República quiere distanciarse de la represión del Imperio y dar más margen a quienes decidan volver a tener más independencia. Y las acciones en la guerra no han consistido en un todo vale sino que siempre habéis tratado de preservar vidas civiles e incluso salvarlas activamente siempre que se ha podido."
Levanto mi vaso.
"GRACIAS."

Tras ello sonrío de medio lado, y añado:
"Y como sé que he vuelto a sacar el tema de la continuidad entre el Imperio y los últimos años de la República y algunos no estáis de acuerdo con mi opinión en esto, permitidme que mencione a cierto Gran Visir, antaño Portavoz del Senado… y cómo Denith contribuyó a decorar todo el suelo de una ceremonia en su honor con una buena cantidad de sopa de marisco…"

 

Hay risas e incluso carcajadas mientras Jad cuenta la historia de Esseles —aunque la mención de Vorian seguramente sea una punzada de dolor para varios.

El único que no se ríe es un confundido Uro, que susurra ante la mirada interrogativa de Beka: “Creía que éramos la Alianza para resetear la República…”

 

Hikari rechaza el micrófono y sigue vigilando los accesos a la cafetería.

 

"Pssst."

Rhett le pasa un vaso de spotchka a Hikari con un guiño.

Uvecero suelta un pitido resoluto cuando la historia de Jad concluye. Kiwi vuela de nuevo hasta la espalda de Denith y se acomoda en el jetpack con una especie de ronroneo: se va a acabar acostumbrando a ese cuerpo y todo.

Beka mira alrededor de la estancia: Lancer, Eclipse... unidades que sabe que pasarán a la historia. ¿Pero qué les espera ahora que comienza una era de paz? Las palabras de Denith y Jad le han dejado un deje de incomodidad. Eterna vigilancia. Siempre ha pensado que esa manera de ver el gobierno llevaba precisamente al Imperio. ¿Pero, y si tienen razón? ¿Y si esto no es más que un momento de paz entre guerras?

Beka mira a Hikari, a su mirada buscando posibles rutas de entrada de elementos hostiles. Piensa en su mentor Finis Trego, que como Jad saltó de una guerra a otra y que seguramente saltará a la siguiente.

Y entonces se da cuenta.

No quiere vivir así.

Beka mira distraidamente a Haldar. No sabe qué pasara con él, si realmente llegará a haber algo entre ellos o no. ¡Hay tantos obstáculos! Pero mirando alrededor de la sala, Beka se da cuenta de que quizás la guerra no haya acabado, pero que sí ha acabado para ella.

Y el pensamiento le reconforta de manera sorprendente.

* * *

La Reunión partió hacia Chandrila una hora después junto al resto de su línea, pero Tyn sabe que la resistencia imperial en Jakku acabó durando más de lo esperado.

Durante las semanas siguientes las fuerzas imperiales en Jakku, sin líderes ni estrategia, se limitaron a luchar como animales acorralados. Los capitanes de los escasos navíos supervivientes utilizaron tácticas más y más dramáticas y desesperadas a medida que se desarrollaba la batalla. Algunos de esos capitanes, utilizando coordenadas misteriosas, saltaron a lo desconocido. La Nueva República asumió que eran meras maniobras de suicidio.

Fueron necesarios meses para que la lucha terminase realmente, y aún más meses para que los soldados de la Nueva República reunieran a todos los cautivos y contaran todos los muertos.

Pero al final, Jakku cayó.

Como Phermi había pronosticado, la Guerra Civil Galáctica tampoco acabó limpiamente tras Jakku. Aunque el Imperio murió, quedaron aún restos. Algunos de estos se escondieron, esperando que algún salvador viniera a rescatarlos o complotando en silencio contra la Nueva República. Otros desaparecieron rápidamente en espectaculares estallidos de violencia y crueldad. Pero estos Restos Imperiales eran pocos y la Nueva República inicialmente no les creyó preocupantes. La mayoría de imperiales supervivientes eran prisioneros, tantos que la Nueva República no tenía idea de qué hacer con ellos. Eventualmente, diversos programas de redención y rehabilitación serían la respuesta a este dilema, pero por ahora la Nueva República se había convertido en carcelero.

El padre de Tyn solía decir que si hubieran matado a todos esos supervivientes auténticas amenazas como Thrawn no hubiesen tenido modo de obtener una base de poder. Tampoco habría existido una Primera Orden. Pero aunque entiende la rabia de su padre, Tyn también comprende el deseo de olvidarse de la guerra y no mirar atrás. ¿Quién sabe cómo se sentirá ella tras el final de su guerra, suponiendo que la ganen?

Tyn suspira.

Es hora de leer las últimas páginas del diario, un conjunto de recortes e impresiones en plastipapel donde se recoge cómo los miembros de Lancer rehicieron sus vidas tras el final de la guerra.

Después de tanto tiempo, llega por fin el final de la historia.

* * *

La historia de Meggan y Mina

Tras ayudar a la República en las primeras operaciones de limpieza, Meggan Li decidió reintegrarse a la vida civil y volvió inicialmente a su planeta natal, Pendragos. Su plan era ayudar a sus padres ahora que la Nueva República les había devuelto el control de la anteriormente nacionalizada DracoDrive, pero tras tantos años luchando en trincheras la vida de empresaria pronto le resultó completamente imposible. Tras asegurarse de que su familia estaba preparada para sus recuperadas responsibilidades y vender sus acciones a su hermana, Meggan abandonó Pendragos y se reunió con Mina Bazier.

Tras abandonar el servicio activo, Mina le había pedido algo de tiempo a Meggan. Tras Jakku, la idea de caer en una relación nacida de un trauma compartido le aterrorizaba. Mina había tenido malas experiencias en el amor y, aunque esta era su primera relación con una mujer, no podía evitar el miedo a acabar igual que en otras ocasiones. Así que Mina volvió brevemente al mundo del robo de arte, pero pronto descubrió que una forma de vida tan egoísta ya no le llenaba. Y lo peor de todo: echaba de menos a Meggan más de lo esperado.

Por tanto, Meggan y Mina reanudaron su relación. Ambas se unieron en matrimonio en una ceremonia en Zeltros, celebrada cuatro años tras la batalla de Jakku, a la que invitaron a todos sus antiguos compañeros de la Rebelión (Hikari fue invitado de padrino, Beka de madrina.) Compraron una casa de campo en el bello Aurea, en el Sector Coreliano, y se mudaron a esta. Meggan abrió un taller mecánico en la población más cercana, un pequeño negocio que pronto se ganó una fama entre cierto tipo de contrabandistas que apreciaban su toque artesanal; en su tiempo libre trabaja como voluntaria para un hospital comunitario en la tranquila comunidad en la que viven. Mina, por su parte, descubrió un lado maternal inesperado que seguro que habría hecho que el viejo Kargos se partiera de risa; ocupa la mayoría de su tiempo cuidando a los niños que Meggan y ella adoptaron, pero también trabaja a tiempo parcial en el mismo hospital que Meggan y escribe reseñas sobre arte para La Gaceta Coreliana.

Meggan y Mina tienen una familia y viven vidas apacibles, por fin disfrutando de la paz y libertad por la que tanto lucharon.

 

La historia de Hikari


Hikari ayudó al resto de sus compañeros a buscarse un lugar, y eso incluyó descifrar el registro de la nave del escuadrón Dogma para intentar encontrar a Vorian. Pero, después, decidió volver a Bol Moccari. Su objetivo era claro, terminar con cualquier rastro de presencia o corrupción imperial. Para ello, formó una alianza con Shira Hida que, a pesar de haber renunciado al poder, seguía siendo querida por el pueblo. Una vez cumplida su misión, regresó a uno de los lugares en los que fue feliz: las Damas Blancas.


Si se investiga la situación del antiguo miembro de HoKen se descubrirán varios rumores, como que él es el que controla la organización en las sombras y no Kyoko; que sólo es un guardaespaldas más; que formó una familia dentro de la organización con Kyoko; que se dedica al contrabando de mercancía e información aprovechando la influencia de las Damas Blancas… nada concluyente. No obstante, desde que Hikari llegó, la influencia de las Damas Blancas aumentó. Se expandieron a otros sistemas como Alsakan y Brentaal IV y llegaron a convertirse en una pequeña pero reconocida organización.


Lo que sí que es cierto es que se suele ver al antiguo tripulante de la Hyperion en el patio de uno de los múltiples castillos o villas de las Damas Blancas realizando varias actividades peculiares: instruyendo a las Damas novicias en campos varios como el combate, la etiqueta o matemáticas; manteniendo conversaciones con gente peculiar como duros y cyborgs; y jugando con un par de niñas y unas maquetas de una powered-wing y un transporte tipo Kazellis de colores verde y naranja.

 

La historia de Jaan

Como la historia de Hikari Shiba, la historia de Jaan Iridinar tras Jakku es una historia llena de rumores. La suya es una historia de heroísmo, según la mayoría de gente que la conoce por reputación. Otros, los que la conocen personalmente, piensan que desde la Rebelión Jaan ha vivido escapando hacia delante. Y los pocos que la conocen bien saben que es ambas.

Aunque Jaan jamás volvió a trabajar para la Nueva República, no olvidó a los amigos y compañeros que había dejado en ella. Esta lealtad, combinada con su recuperada relación con su hermana Shailin (ahora miembro del Senado de la Nueva República), causó que muy a su pesar su vida siguiera estando relacionada con los ires y venires de la galaxia. Aunque Jaan volvió a trabajar para una rama de la Cofradía de Cazarrecompensas, a menudo operando junto a Lukas Klein o su otra hermana Enoa, las historias que se cuentan sobre ella no son precisamente sobre su profesión.

Las leyendas de sus hazañas son múltiples y difíciles de corroborar: se cuenta que se infiltró en el superdestructor imperial del Vicealmirante Dustley y que lo saboteó desde dentro, se habla de sus victorias contra las fuerzas del regresado Gran Almirante Thrawn, se susurran historias de su tiempo atrapada por los Restos Imperiales en un penal de Parpik o de su infiltración en el Sector Xhfo en busca de la misteriosa superarma del Señor de la Guerra Eurymus. Muchas historias, seguramente la mitad de ellas meras fábulas. Aunque mantuvo algunas relaciones, jamás llegó a asentarse con nadie. Tampoco tuvo un lugar fijo de residencia, prácticamente viviendo a bordo de su nave, el Krayt de Fuego. De cualquier modo, Jaan acabo convirtiéndose en una figura mítica para otros defensores de la Nueva República. Muy a su pesar.

Jaan es una estrella errante. Siempre volando hacia delante a gran velocidad, hacia un futuro que quizás ya no exista para ella.

 

La historia de Denith

Se escucha largo suspiro. Denith se encuentra apoyado contra una pared, con la mirada fija mientras se rasca una prominente y gris barba.
- ¿Cuánto ha pasado ya? - Piensa.

El General Rexnor continúo con su labor los siguientes años tras el tratado de paz.
No se perdió la ceremonia en Zeltros de Meggan y Mina. Aún así, poco después del evento, fue relegando sus funciones y comenzó a versele cada vez menos.
Siguió visitando a amigos y conocidos, participando en alguna pequeña aventura.
Uno de los rumores más extendidos sobre el General y su paso a segundo plano es que visitaba a un viejo amor, y que se pasaba largos periodos de tiempo desaparecido antes de volver a escucharse fugazmente su nombre.
Se le atribuye su participación en la resolución de un conflicto bastante feo relacionado con los Derechos Droides, sin menospreciar que un pequeño droide denominado Kiwi se hizo un nombre en dicho conflicto.
Hay una anécdota que se le atribuye que dice así: Un viejo gruñón y su grupo sorprendió en la Cantera del Contrabandista tras beberse una cantidad astronómica de "El Denith" y salir andando de allí como si nada.
Otro rumor que ha cobrado fuerzas es que el General, tras tantos años, se ha retirado a un lugar apartado dónde puede encontrar al fin su paz. - O ganársela. -

Aunque ya entrado en años, Rexnor mantiene sus ideales firmes y atesora sus amistades.
- Mi deber para con el legado que vamos a dejar en la Galaxia persiste. - Ha pesar de que es lo que siempre se ha dicho a si mismo desde Pharsys, eso le ha sonado un poco idealista y utópico.
Gruñe.
- Me estoy haciendo viejo... - Se encoje de hombros. - Me da igual. -
- Es hora de hacer unas visitas. - Denith abandona el Gran Templo del Estanque, no sin antes volver a posar otra vez la mirada en el viejo holograma .... y no puede evitar que se le escape una sonrisa.

 

La historia de Rhett

Rhett y Anlyse decidieron continuar junto a las fuerzas de la Nueva República. Un año tras la guerra, Rhett se convirtió en instructor de cazas espaciales en la Academia Militar de Humbarine y su esposa le siguió, obteniendo la dirección de la rama sectorial de la Oficina de Propaganda de la Nueva República.

Rhett vio al resto de miembros de Lancer por última vez durante la boda de Meggan y Mina. Ambos llevaban consigo a su primer hijo, Kyro, de apenas seis meses de edad. Allí les contó que Anlyse había continuado su carrera artística, teniendo algunas exposiciones importantes en Mundos del Núcleo. Mina, impresionada, decidió poner su red de contactos en manos de Anlyse.

Unos siete años tras Jakku, Anlyse dejó de trabajar para la Nueva República para dedicarse de lleno a su carrera como pintora. Rhett, por su parte, se convirtió en instructor jefe de su academia. Alguna noche Rhett se sienta en la terraza de su apartamento en Ciudad Humbarine con un cóctel que ha hecho con sus años de experiencia al mando de bares varios, y piensa en sus aventuras. Sus aventuras como contrabandistas con el Tambor Roto (aún se acuerda de Melan), sus aventuras junto a la Alianza Rebelde (aún no puede olvidarse de la experiencia de Hoth) o simplemente sus aventuras como un hombre joven (¡esa broma pesada en la academia imperial de la que aún nadie sabe que fue responsable!). Pero no piensa en ello con nostalgia: piensa en sus aventuras con agradecimiento, pues gracias a ellas está ahora donde está.

Rhett es más feliz de lo que ha sido en toda su vida. Algunos merecen un simple final feliz.

 

La historia de Jad

Tras varias operaciones militares post-Jakku, Rek Viridux dejó el servicio activo en la Nueva República para volver a la actividad que una gran guerra había interrumpido por segunda vez: viajar a lo largo y ancho de la galaxia a los mandos de un carguero independiente. Su pasión por el vuelo fue un buen complemento para Tara, que no estaba hecha para una vida apacible y sin riesgos, y juntos tomaron custodia de la Hyperion para continuar sus aventuras en esta nueva era en la que hay tanto por reconstruir. Además de transportar suministros a planetas asolados por la guerra, con el considerable arsenal de la nave contribuyeron a reabrir rutas comerciales que el conflicto y posterior vacío de poder habían llenado de piratas. Temporalmente participaron en las defensas planetarias de algunos mundos y se enfrentaron más de una vez a Restos Imperiales varios, e incluso obtuvieron contratos ocasionales con la Nueva República por su experiencia combinada tanto en combate aéreo como terrestre.

No obstante, siempre tendría prioridad poner la nave al servicio de antiguos tripulantes y compañeros de aventuras; aquellos que aún le llamaban Jad por la costumbre de años compartidos bajo esa identidad. De vez en cuando ayudarían a Denith a desaparecer otra vez, llevarían alguna pieza difícil de conseguir al taller de Meggan (donde siempre acabarían quedándose un par de días para algún ajuste o mejora), aportarían transporte y suministros a las Damas Blancas, visitarían la Cantera del Contrabandista… Y todo ello mientras retomaban viejos contactos y hacían otros nuevos para ver qué se cocía ahora en los bajos fondos, de los que se habían alejado durante el servicio en las fuerzas militares.

Otra tarea en la que Rek puso empeño fue la reconciliación con su familia en Duro, ahora que la vida fuera de la clandestinidad le permitía visitarles abiertamente y dar las explicaciones que fueran necesarias. De hecho está pensando que sería un buen lugar donde pasar una temporada si deciden Tara y él bajar el ritmo para formar una familia propia, algo que podría estar próximo a juzgar por las sonrisas que intercambian cuando ven la descendencia de sus varias amistades.

Sin saber muy bien cómo ha pasado el tiempo tan deprisa, Rek se ha convertido en un veterano contrabandista como los que admiraba en su juventud, cuando escuchaba las historias de su tío abuelo con fascinación. Y aunque opina que la verdadera heredera del legado de Ellor siempre fue Doimo, su larga trayectoria hace que jóvenes tripulantes le dediquen miradas que reconoce como las suyas tanto tiempo atrás, cuando cada ayuda o consejo que pudieran darle abría nuevas posibilidades. En esas ocasiones, con una media sonrisa, nunca duda en continuar la tradición.

 

La historia de Uvecero

El droide astromecánico Uvecero vivió una vida muy distinta a la de otros droides heroicos de la Alianza Rebelde. Como droide emancipado gracias a los esfuerzos de los droides de Revuelta Mecánica muchos años atrás, Uvecero podría haber hecho lo que quisiera. Ofertas no le faltaron. Aún así, la vida de una pequeña papelera sobre ruedas no es nada fácil cuando no se tiene apoyo humanoide. Así que Uvecero pasó un tiempo a bordo de la Hyperion junto a Jad y Tara, pero pronto esa vida se le quedó pequeña. Uvecero aún añoraba a Vorian, por supuesto, pero el callado droide jamás había podido nunca olvidar a los padres de este, sus maestros originales, que habían muerto a manos del Imperio y le habían dejado a su hijo al cargo. Le debía a ambos el encontrar a Vorian. Tenía una misión.

Uvecero encontró apoyo a manos de elementos de la Gotra Droide, el grupo mafioso sintético, que estuvieron más que contentos de dotarle de instrumentos y programación adicional. Durante un tiempo trabajó junto al droide cazarrecompensas X-1 y como secuaz del cazarrecompensas wookiee Tarnung el Rojo, siempre secretamente rastreando y cotejando movimientos pro-imperiales. Pues el pequeño Uvecero había deducido fácilmente lo que la Nueva República parecía incapaz de entender: las fuerzas fieles al caído Imperio estaban escondidas y era sólo a través del submundo criminal que era posible hallarlas. Nadie reparaba en el pequeño e inofensivo Uvecero, y poco a poco este comenzó a hacerse paso entre los elementos más turbios de la sociedad galáctica y a construir un bien nutrido archivo.

Así que si tratas con los Restos Imperiales, ten cuidado con ese droide astromecánico oxidado y de aspecto decrépito que sirve bebidas en un garito siniestro de Sol Negro. Si hablas demasiado, puedes despertar en un cuarto húmedo, colgado de una pesada cadena y con un fusil de plasma apuntando a tu cabeza, mientras las inmisericordes preguntas del droide aparecen en una sucia pantalla colgando frente a tu cara.

 

La historia de Haldar

Durante los eventos inmediatamente posteriores a Jakku, Haldar decidió dejar el servicio en la Nueva República y volver un tiempo a Coruk. Allí recuperó la conexión con su familia y también pudo conocer mejor a Beka con la que empezó una relación sentimental.

Sin embargo, cuando tocó encontrar un nuevo empleo se dio cuenta que una parte importante de su red de contactos resultó haber seguido una senda similar a la de Phermi. Algunos de ellos acabaron desposeídos de cualquier cargo después de que la Nueva República llegara al poder, otros directamente en prisión y un tercer grupo que logró escurrir el bulto echándole la culpa de todo a los de los dos primeros grupos, pero que eran tan pro-imperiales como los demás. Como muchos puestos de responsabilidad política y administrativa estaban todavía ocupados por estos adeptos al régimen imperial, todos los intentos de Haldar por conseguir un trabajo en la administración pública de Coruk fueron en vano.

A pesar de eso, no mucho tiempo después, consiguió trabajo en la administración de la Nueva República, donde fue invitado por antiguos camaradas de la Alianza. Allí pasó a formar parte de varias comisiones, grupos de trabajo y también aceptó diversas posiciones de observador neutral en conflictos regionales y locales. Este trabajo permitió a Haldar viajar mucho, aprovechando para visitar a sus antiguos camaradas de Lancer cuando era posible.

Durante este periodo, Haldar pudo ver de primera mano como a pesar de todas las buenas intenciones, era complicado ayudar a la gente de cada sistema individual con la política a nivel galáctico. Ahora que el fantasma de la tiranía del imperio había desaparecido, los problemas a los que se enfrentaba diariamente la gente de a pie eran menos evidentes (o a efectos prácticos, inexistentes) para las élites gobernantes.

La impotencia de no poder ayudar directamente a la gente, junto con la frustración de no poder tomar partido directamente debido a su posición en la administración y también la necesidad de tener una vida más estable, llevaron a Haldar a establecerse en Coruk algunos años más tarde, donde empezó a vivir con Beka y a trabajar como articulista de política en un medio popular a nivel planetario.

Las ideas presentes en los artículos de Haldar canalizaron un sentimiento ya presente en el pueblo de Coruk, que en el pasado reciente vio como una gran parte de su élite política y económica adoptó como suyas las ideas del Imperio en su época más autoritaria. Debido a su creciente popularidad y animado por Beka, Haldar acabó uniéndose a otros individuos para formar un partido político de la oposición, que un tiempo después llegó al poder.

Aunque es cierto que Haldar formó parte del gobierno de Coruk durante un tiempo, este no fue muy largo, pues lo que más le importaba era asegurar los principios de una sociedad en la que el gobierno fuera por el pueblo y para el pueblo y que la prosperidad de la población no dependiera de la buena voluntad de las élite gobernante o económica. Una vez participó en la redacción y aprobación de todas las leyes que consideró necesarias, renunció a su puesto y volvió a su trabajo de articulista.

En los siguientes años, Haldar intentó llevar un perfil más bajo. Sólo aparecía públicamente cuando era invitado a dar una charla en una u otra universidad, o en algún evento de algún partido político afín en sistemas cercanos. Se sabe también que se casó con Beka y que ahora esperan su segundo hijo.

Las malas lenguas dicen que, desde hace un tiempo, también se dedica a “asesorar” a grupos insurgentes en sistemas particularmente castigados por la opresión de los poderosos, algo que no se ha podido demostrar y que él siempre niega. También se dice que no lleva a cabo estas acciones en solitario, pero nada se sabe de el o los individuos que le acompañan.

 

"...pero nada se sabe de él o los individuos que le acompañan."

Tyn suspira satisfecha y cierra las tapas. ¡Por fin! ¡Casi le parece haber tardado una década en terminar el libro! Pero ha valido la pena.

Entonces le invade brevemente la tristeza. Un sentimiento de vacío ante la historia acabada que pronto empuja a un lado. Siempre hay más historias, se recuerda. Su propia historia está aún por terminar, para empezar.

Han sido meses en los que ha conocido las vidas de un puñado de personas, en los que las ha sentido como si fuesen parte de su propia vida. ¿Acaso no lo han sido? Las historias de la tripulación de la Hyperion han cambiado la suya.

Las aventuras de tres navegantes y un droide que se reunieron en el planeta Metellos para comprarle una nave usada a un tiñoso vendedor de vehículos usados quedan ahora muy atrás. También quedan atrás las aventuras cuando esos navegantes presenciaron personalmente la maldad del Imperio y decidieron actuar, cómo pasaron a la clandestinidad y cómo a su alrededor se reunieron más y más rebeldes, nuevos amigos y camaradas, culminando en una alianza que hizo estremecerse a la galaxia y que acabó empujando a la oscuridad hasta hacerle hincar la rodilla.

Aunque algunas de estas historias las conozca sólo por referencia, junto a Tyn quedarán siempre...

...los primeros viajes de la Hyperion intentando hacerse un nombre.
...el rescate de la bailarina Lucyn de las arenas de Geonosis.
...el combate contra Carmyn Dobra y sus cazarrecompensas en el planeta Sachelli III.
...el enfrentamiento contra las conjuras del cyborg Orion Howard a varios kilómetros sobre la superficie de Coruscant.
…la resurrección de Pharsys tras activar el legado de los sidthul.
...el duelo en el remoto Yiraas por la libertad de la dama Maeko.
...la infiltración en la mansión de la gobernadora Kowa por órdenes del mismísimo Boba Fett.
...el escape de Ord Endebes ante el ataque del Cártel de la Hidra.
...los años de trabajo como contrabandistas antes de que cambiasen sus vidas.
...la masacre de Bal Moccari y el primer contacto con Fulcrum.
...los viajes de Takodana a Socorro haciendo trabajos para la nueva rebelión.
...la misión junto a Katari para destruir un inmenso cristal kyber en el planeta Rungyet.
...el desafortunado incidente contra unas agresivas criaturas en el planetoide PM-1203.
...el inicio de la maniobra de Kaius Phermi para poner a la rebelión bajo su control.
...el regreso a Bal Moccari y la operación del Clásico de Macrodeslizadores.
...los primeros trabajos para el Clan Sabreco.
...la reunión en Radisan y la formación de un nuevo y poderoso grupo rebelde.
...la arriesgada infiltración en la base de Eskruvo en busca de Jak Vanyfer y Anatoly Koegel.
...la persecución del asesino Haki a través de los trenes de Ord Mantell.
...la inmensa batalla de Irkalla y la derrota del Cártel de la Hidra.
...el nacimiento del Escuadrón Lancer y la fundación de Base Lancer.
...los indicios de la Estrella de la Muerte en el planeta Khreek.
...el nacimiento de la Alianza Rebelde y la reunión en Dantooine.
...la derrota de HK-M4 y Enigma en el gélido Mor Sacuro.
...el rescate de Liz Sabreco y Jalissa Ao.
...y todas las batallas contra el Imperio culminando en la victoria final en Jakku.

Juntos han vivido muchas aventuras.

Y claro que un día la oscuridad regresó. La oscuridad siempre regresa y eso es algo que Tyn ha sabido instintivamente desde niña. Derrotar a la oscuridad es tan imposible como derrotar a la misma muerte. La sombra existirá siempre que haya una fuente de luz, pero sin esa fuente de luz no se puede seguir viviendo.

Diferentes versiones de la misma guerra se lucharán una y otra vez, sin descanso. Nunca iguales y nunca con el mismo final, pero siempre el mismo conflicto eterno. Y estas guerras se lucharan en diferentes campos de batalla, con diferentes armas, a diferentes escalas y por diferentes combatientes. Tyn comprende muy bien que esa constante batalla comienza desde el momento en que se nace, que es una constante lucha contra la entropía que amenaza con devolverlo todo a la nada. Y que hay que lucharla.

Denith'Dor Rexnor, Jad Luk, Vorian Akra Auratus, Hikari Shiba, Haldar Dy'rak y todos sus amigos lograron una y otra vez que la buena gente de la galaxia siguiese con vida otro día más. Lo hicieron su valor, su amistad, y su certeza de que luchar por el lado correcto no es ninguna tontería ni ninguna futilidad.

Gracias a ello la misma Tyn hoy está con vida.

Y ya sólo por eso debe darles las gracias.

* * *

La puerta de la habitación de Tyn se abre súbitamente y esta se cuadra inmediatamente, dejando el libro sobre el banco. El capitán Brollet devuelve el saludo a los tres soldados.

“Descansen.”

Tras Brollet entra el sargento Sallah. Tyn reconoce la mirada en los ojos del líder de su unidad: una mirada que les dice que se ha acabado el descanso.

“¡Arriba todo el mundo! ¡El capitán Brollet del Espada de Vannicus ha venido a sacarnos de aquí! ¡Haced las maletas!”

Tyn recoge el libro rápidamente, su corazón latiendo a toda velocidad. El rodiano Sallah continúa gritando:

“¡Todo lo que sabemos por ahora es que el general Calrissian está solicitando el apoyo de cualquier combatiente hábil! ¡La Resistencia se está enfrentando a la Primera Orden y sus aliados en un sistema llamado Exegol, en las Regiones Desconocidas!”

Brollet toma la palabra:

“Este podría ser el final de la Primera Orden. También podría ser una misión suicida. No puedo ordenaros que vengáis pero… tenemos espacio y vamos a necesitar combatientes.”

Tyn lo entiende.

Este podría ser nuestro Jakku.

Sallah concluye, usando el nombre que su unidad tomó tiempo atrás como homenaje a una difunta unidad de la Alianza Rebelde, el mismo nombre que hizo que Tyn se fijara en el viejo diario cuando lo encontró en un mercadillo callejero de Doi Chac.

“¿Estáis conmigo, Escuadrón Lancer?”

Tyn toma su rifle y le coloca un nuevo cargador. El camino está claro: hoy igual que ayer. La muchacha se une al coro con voz clara mientras deja caer con delicadeza el viejo libro dentro de su petate:

“¡Lancer está contigo!”

Siempre lo estará. Tyn puede dudar muchas cosas, pero esa no es una de ellas. Quizás mañana ella ya no esté viva. Pero Lancer lo estará.

Porque siempre habrá más historias que contar.

* * *


Y treinta años atrás…


En el interior de una fragata de asalto de la Nueva República…


En una vacía sala de observación, muy alejada de las festividades…


Lejos de Rek Viridux y de su querida Tara, que se sientan en un banco a hablar de su futuro.


Lejos de Haldar Dy'rak, que mira reír a Beka Lann y siente algo extraño pero reconfortante en la boca del estómago.


Lejos de Denith'dor Rexnor, que acaricia a su fiel Kiwi mientras le explica los secretos de la mixología a los miembros del Escuadrón Eclipse.


Lejos de Hikari Shiba, que se apoya en la pared de la habitación y por primera vez en meses se permite relajar los hombros.


Una mujer se sienta en un banco y saca de su polvoriento petate un grueso libro de auténtico papel y de tapas de sintecuero, un libro en cuya portada se puede leer escrito en una delicada caligrafía: Diario del Escuadrón Lancer.


Y como ha hecho todas y cada una de las noches desde que se unió a la unidad…


Savanne Masé comienza a escribir.


FIN.